Fue como tocar el cielo con las manos
- Hoja parroquial
- 3 nov
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Peregrinación al Santuario de Lourdes
PRIMER TESTIMONIO
Los días 11, 12 y 13 de octubre un grupo de la parroquia peregrinó, acompañados por nuestro párroco, a Lourdes. A la ida hicimos escala en el Santuario de Loyola, donde celebramos la Eucaristía, pudiendo atravesar la Puerta Santa del Jubileo de la Esperanza. Han sido días muy intensos, tanto de oración como de convivencia, percibiendo que nuestra Madre nos esperaba. Al regreso, tuvimos la oportunidad de poder rezar ante la Virgen del Pilar, a sus pies pusimos a los hermanos de nuestra parroquia, sabiendo que siempre somos escuchados por ella.

SEGUNDO TESTIMONIO
Nuestra peregrinación comenzó con una parada en el santuario de Loyola, un rincón lleno de belleza y serenidad en el corazón del País Vasco. Allí, envueltos por el silencio y la majestuosidad del paisaje, descubrimos una basílica que parecía elevar nuestras almas con solo contemplarla. En una de sus capillas, celebramos la eucaristía, un momento íntimo y profundo que marcó el inicio de nuestro camino interior.
Al llegar a nuestro destino, la noche del sábado, fuimos testigos de la procesión de los enfermos. Aún me resulta difícil poner en palabras lo que allí vivimos. Fue un instante de pura emoción, de luz y de fe compartida. Un espectáculo del alma que solo se puede comprender si se siente, si se vive desde dentro. Aquella noche, entre oraciones y cantos, todos nos sentimos unidos en un mismo corazón.
La estancia en el santuario fue como rozar el cielo con las manos. Es un lugar de silencio y recogimiento, donde el alma se aquieta y María se hace presencia cercana. Allí la fe despierta, esa fe que a veces se adormece entre las prisas y el ruido del mundo. Cada rincón invita a la paz, a reencontrarse con uno mismo y con Dios. Fue, sin duda, una experiencia única, transformadora, de esas que dejan huella en el alma.
No puedo dejar de mencionar la belleza del lugar: su arquitectura, tan armoniosa y luminosa, parece un reflejo de la fe que lo habita.
Esta ha sido mi primera vez en Lourdes… pero estoy segura de que no será la última. Porque cuando el corazón toca el misterio, siempre anhela volver.

TERCER TESTIMONIO
Es difícil hablar, y más escribir, de la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes cuando todavía no la he procesado, pero parece que, como siempre, Dios me guía por lugares que, aunque me resulten incómodos, me son necesarios.
El itinerario fue Navalcarnero - Santuario de Loyola - Santuario de Lourdes - Basílica de Nuestra Señora del Pilar - Navalcarnero.
Podría detenerme a describir lo bonito de la arquitectura, los retablos barrocos maravillosos, el paisaje precioso por el que viajamos, lo impresionante de la procesión de las antorchas, la misa internacional en diferentes idiomas…etc, pero en realidad todo eso es fácil de encontrar en cualquier buscador de internet.
Lo que yo me traigo de estos días es:
- Que cada uno/a de los/as peregrinos/as éramos diferentes, teníamos diferentes necesidades, llevábamos en nuestro corazón diferentes intenciones y diferentes maneras de entender la
peregrinación, pero que todos somos hijos Dios y nos sentamos en la misma mesa.
- El peregrinar es un reflejo de la vida, con su alegrías y sus incomodidades, pero que si dejas deintentar controlar y confías en el plan Dios, la vida se hace tremendamente más llevadera.
- No hay daño físico que te impida tener un ratito con Dios si es que así lo deseas.
- Dios te pone a tu lado los compañeros/as que necesitas en cada momento.
- Que el peregrinar, así como seguir el camino, no es cómodo ni fácil pero que merece muchísimo la pena.
- Que no se necesita notar mariposas en el estomago, grandes altares ni basílicas espectaculares para sentir a Dios cerca.
- Que el plan de Dios siempre es perfecto.
Inicie esta peregrinación con esperanza y gratitud y la termino con gratitud y ganas.

CUARTO TESTIMONIO
¡Qué viaje más espiritual y emotivo! Nuestro 12 de octubre, día de la Hispanidad y la fiesta de la Virgen del Pilar, tuve la suerte de iniciar un viaje a Lourdes con "mi familia" de Navalcarnero.
Empezamos el viaje con una parada en Azpeitia para visitar la Iglesia de San Ignacio de Loyola, y me encantó escuchar las explicaciones de nuestro párroco, don Ignacio, sobre la historia y el significado de aquella construcción.
Cuando llegamos a Lourdes, me impresionó la grandiosidad del Santuario. El ambiente de paz y reflexión que nos envolvía fue muy especial. Caminar por la esplanada, ver la procesión de las antorchas y rezar el Rosario iluminados por cientos de velas fue algo realmente impactante. Y, por supuesto, visitar la Gruta de las Apariciones y ver la imagen de la Inmaculada Concepción en su sitio, en ese hueco de la roca, en el mismo lugar en el que la vio Santa Bernadette, fue un momento que nunca olvidaré.
Una de las cosas más reseñables fue la devoción y la fe de la gente que tocaba las rocas, bebía agua y encendía velas con sus intenciones. Y pasar por la Puerta Santa para conseguir el jubileo fue un momento muy especial.
Al volver, visitamos la Basílica del Pilar en Zaragoza, y la Virgen del Pilar nos recibió con un manto de flores. La fe y la devoción de los peregrinos eran evidentes, y me sentí afortunada de haber podido experimentar todo eso.
Sin duda, este viaje me ha dejado recuerdos imborrables y una reflexión profunda sobre la fe, y también ver la conexión que se puede formar entre distintas personas al compartir un viaje tan increíble y enriquecedor. Gracias a la Virgen de Lourdes que nos ha juntado formando un bonito grupo para llevarnos a Ella.


















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